26 de febrero de 2017

b) Cuando el sol desaparece somos comida de monstruos.

Hoy había sido un día estresante para Jack. Las señoras le estaban juzgando por sus tatuajes más que nunca, puede que le despidiesen del trabajo por que suponían que era un neonazi solo por tener el pelo rapado y tener algunos tatuajes.  Aunque sus maravillosa mujer y sus dos hijas eran un bálsamo del alma para él, le gustaba desahogarse corriendo después de leer el cuento de dormir a las niñas, le gustaba salir a esa hora ya que no solía haber nadie que pudiese juzgarlo.

Esa noche salio a correr esperando desahogarse cuando alcanzo a una pelirroja que puso cara de terror nada mas verlo y pensó" genial otra prejuiciosa para arruinarme el día, voy a correr por mi recorrido de siempre mientras rezo para que ella no vaya por el mismo lado". Mientras entraba en el parque vio como ella se iba volviendo más y más nerviosa hasta que se paró mirándole directamente, sin inmutarse la paso de largo sin mirar atrás y sintiéndose aliviado de no tener que soportar su mirada . A los dos minutos escucho ruidos raros por su espalda, sin hacerle mucho caso siguió corriendo hasta que vio una sombra corriendo entre los arboles que parecía acercarse.

El miedo le recorrió el cuerpo y corrió mas rápido que nunca a casa. Justo cuando cerraba la puerta de la casa vio una especie de mujerlobo mirándole hambrienta mientras corría hacía él, al cerrar la puerta escucho y noto un golpe. Había sido un milagro que esa cosa no le hubiese alcanzado. Pensando que estaba a salvo fue a la cocina a prepararse una tila cuando escucho un cristal rompiéndose y a las niñas gritar. Corrió escaleras arriba pero ya era muy tarde, la puerta estaba abierta con un zarpazo sobre ella, el cristal estaba desparramado, había sangre hasta en el techo y las niñas estaban esparcidas por todas partes. Mientras contemplaba esa horrible escena sin poder creerse que hubiesen podido crear tal escena en tan poco tiempo escucho otro grito proveniente de su cuarto, se giro para ver los ojos amarillos de la muerte dirigiéndose hacia él y sus últimos pensamientos fueron para su amada esposa e hijas.

17 de febrero de 2017

Cuando el sol desaparece somos comida de monstruos.

Mary salio a correr por la noche como todos los viernes. Hacía mucho que no salía sin sus amigas por lo que estaba bastante nerviosa, cada sonido y cada sombra parecían un monstruo en su mente.
Corría intentando convencerse de que todo estaba dentro de su cabeza cuando escucho una rama romperse a su espalada. Cuando miro hacia atrás vio un hombre con el pelo rapado, lleno de tatuajes y vestido de negro correr detrás de ella. En su cabeza empezaron a brotar frases" Y si es un ladrón, y si es un asesino, y si es un violador, y si es de una banda...", con el cuerpo lleno de ansiedad empezó a correr mas rápido. Pero él seguía a su espalda.
 Intentando librarse de él se metió por un parque, pero él seguía justo detrás de ella. Volvió a intentar despistarlo pero no funciono. Llena de ansiedad, sus llaves en la mano  y un valor inesperado decidió parase de golpe y enfrentarse a él. Para su sorpresa el hombre paso de largo sin ni siquiera mirarla. Era obvio que el solo había salido a correr.
Un gran alivio empezó a invadirla junto con pensamientos como "que tonta he sido, soy una paranoica, he sido una prejuicios..." justo cuando escuchó una ramita rompiéndose en los arbustos de al lado, empezó a reírse de manera nerviosa por volver a preocuparse por nada cuando una piedra rompió la farola que alumbraba la zona. Su corazón latía mas rápido que nunca, un escalofrió recorrió su espalada, sus ojos llorosos empezaban a ajustarse a la luz cuando escucho un gruñido viniendo de los mismos arbustos, contuvo la respiración hasta que sus ojos se acostumbraron del todo a la iluminación. Lo ultimo que vio fueron unos ojos amarillos, dientes afilados y muchos pelo abalanzándose sobre ella y comiéndose su cara. Cuando el hombre lobo termino de comérsela la arrastro a una zanja y la enterró con intención de terminársela mas adelante.

14 de febrero de 2017

Una Carta de una hija a su padre

Te quiero. Aunque nunca te lo dije, se que tu lo sabias.
Se que hiciste lo que pudiste cuando era pequeña, para cuando te diste cuenta ya era mayor y nos entendíamos mucho mejor. Siempre has sido mejor abuelo que padre, me entristece mucho que mis posibles hijos nunca te tengan como abuelo, que no estés el día de mi posible boda, que no me veas independizarme, que no conozcas a mis gatos, que no fuésemos a pescar una ultima vez, que no jugásemos una ultima partida, que no pueda probar tu tortilla de patata y muchos otros platos una ultima vez, que no podamos tomarnos un ultima copa y que no pudiese despedirme.

Muchas veces repaso mentalmente el día anterior a tu muerte cuando te acompañe al medico y bromeamos con un paciente desconocido sobre que “mala hierba nunca muere”, también repaso el día de tu muerte y doy gracias a que no fui sola al mediodía porque no hubiese sabido que hacer aunque me atormenta que estuvieses tanto tiempo solo, me enfado con el impresentable de la funeraria por tener tan poco tacto de estar exigiendo de manera repetitiva un asiento hasta que nos enfadamos y mi novio dijo “puedes sentarte con el muerto” y yo “O en el váter”.

Echo de menos cuando jugábamos a videojuegos, escuchábamos música juntos, jugábamos a cartas, jugábamos todos a juegos de mesa, te ayudaba por la granja, te ayudaba a preparar los animales para comer, íbamos a pescar.
Aunque tu no pudiste hacerte el tatuaje que querías yo me he hecho uno simbolizando te a ti.
Odio tener que tirar cosas tuyas para tener que hacer sitio en los armarios.
Espero que perdones que no te quitase la cruz del pecho en tu funeral (cuando especificamos nada de cosas religiosas) y que todavía no me haya sentido capaz de esparcirte por el mar. Aunque seguramente nunca leas esto termino como empiezo con un Te quiero.