Me dolió muchísimo cuando me golpeó con el mazo. Tuve que estar un rato regenerándome ya que cuando abrí los ojos estaba maniatada en mi propio sótano. La busqué a mi alrededor y la encontré sentada en las escaleras manchada con mi sangre, sonriéndome.
-Buenos días bella durmiente- en cuanto lo dijo sus ojos se nublaron- te dije que él es mio- cogió el mazo que estaba a mi lado- nos lo vamos a pasar muy bien con esto de tu regeneración- se rió de manera macabra- echaba de menos hacer esto- me destrozó la rodilla con el mazo, mientras yo gritaba ella siguió con su monologo- James no me deja salir a jugar así que este será nuestro pequeño secreto- me destrozó la otra rodilla- nunca se enterará de que las mujeres que se comía mi padre se los entregaba yo cuando todavía era humana- dejó el mazo a un lado- llevaba tanto tiempo alimentándolo sin que se diese cuenta- se sentó en el suelo delante de mi- el muy imbécil me mordió justo cuando fui a comprobar si se comía la ultima.
La regeneración dolía, quería matarla por lo que me había echo. Esperó a que mis rodillas estuviesen regeneradas para volver a romperlas. Hurgaba en las heridas y se reía de mi dolor. También pintarrajeó con sangre en el suelo su amor por él.
-Cuando James te encuentre te matará- le grite distraiéndola de su arte.
-James siempre creerá que soy un angelito, creo que debería volver antes de que descubra mi ausencia- Volvió a coger el mazo- pero esto es tan divertido ¿Crees que deberíamos hacer otras cosas también? seguro que tienes cosas divertidas por casa.
Justo cuando se acercaba a mi alguien llamó a la puerta, antes de que pudiese reaccionar me dio un mazazo en la boca. Saber que me seguiría doliendo de esta manera hasta que me regenerase era horrible. Después de destrozarme Anne se quedó en silencio a mi lado. Tocaron varias veces la puerta, cuando nadie acudió se escucharon paso entrando en casa y la voz de mi salvador.
-¡Debora! ¡¿Debora donde estas?! ¡Me estas preocupando!- la voz de James sonaba tan preocupada
-No hagas ningún ruido- susurro Annie.
Oí como James corría hacia la puerta del sótano y bajaba a nuestro encuentro.
-He olido la sangre- James miro furioso a Annie-¿Qué has hecho?
-Me ha obligado James- se echó a llorar soltando el mazo- tienes que creerme, quería secuestrarnos y torturarnos.
Intenté hablar pero no estaba lo suficientemente regenerada como para hacerlo.
-No te atrevas a mentirme- Sus ojos echaban chispas- si esa fuese la verdad no estarías torturándola.
-Intentaba conseguir pruebas para que me creyeses-dijo sollozando
- Tu has visto lo que le has echo- dijo mirándome por primera vez desde que había llegado- lo siento, tenia que haber llegado antes- su mirada se enterneció, parecía estar apunto de llorar.
- Supongo que ya es tarde- esta vez Annie ya no fingía llorar ni ser una buena chica.
Levantó el mazo queriendo golpear a James pero antes de que se diese cuenta él le rompió los brazos, golpeó con tanta fuerza su vientre que pudo meter la mano por dentro y así arrancar su corazón. Lo tiró al suelo con rabia y se acerco a mi.
-Lo siento tanto- dijo mientras me desataba- no creí que estuviese tan loca.
Me llevo en brazos al baño y me lavo, cuando pude hablar le conté todo lo que me había dicho. El siguió disculpándose.
-Es culpa mía, antes de que desapareciese le hablé de ti- me acarició la cara- de que yo te transforme.
-No te culpes.
Antes de que me diese cuenta me beso. Fue un beso apasionado que me dejo en blanco.
-Debería irme- dijo nervioso mientras sacaba el teléfono de su bolsillo.
En cuanto llamó a los de la recogida se fue.
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