Era un día precioso, yo paseaba por el bosque alegremente sin recordar que era un fantasma. Hacia tanto tiempo que no veía a nadie, desde mi muerte si mal no recuerdo, vivía si se puede decir vivir entre animales, al principio se asustaron de mi pero luego fueron acostumbrándose a mi presencia. Lo único que hacia en mis ratos libres era pasear por el bosque, escribir y observar a los animales.
Mientras paseaba por el bosque me acorde de el, mi amor, mi querido Albert siempre en su chalet de las afueras, tanto pensar en el me hizo querer verle, hace tanto que no le veía ¿Habría cambiado algo? ¿Habría rehecho su vida? Me picaba la curiosidad. Pensé en el chalet en cada uno de sus detalles y de repente aparecí allí en mitad del salón y le vi, estaba contemplando las brasas de la chimenea, me quede observándole durante un rato, quería tocarle, abrazarle, besarle, sentir sus cálidas manos sobre mi piel, sus besos sobre mi cuello su caricias sobre mi cuerpo y sentirle dentro de mi. Tanta nostalgia me hizo acariciarle su hermosa cabellera dorada, pego un bote en el momento que mi mano espectral le rozo, miro a los lados asustado y con dos lagrimas recorriéndole las mejillas.
-¿Amélie? ¿eres tu?
Se acordaba de mi, me llene de felicidad y exclame "Soy yo", el pego otro bote.
- Te he echado tanto de menos, no puedo soportar vivir sin ti- echo a llorar- Quiero irme contigo.
Le miren aterrorizada, la simple idea de que el perdiese todo lo que le quedaba por delante por mi, me horrorizaba "Albert debes rehacer tu vida y acordarte de que te quiero, siempre te he querido y siempre te querré, ahora debo volver al bosque para no influir en tu vida".
-¡NO! ¡Si tu te vas, yo también me iré! ¡Quiero estar contigo! ¡Ya nada tiene sentido para mi!- chillo mientras corría a su habitación cual niño enfurruñado.
Paso algo que yo no esperaba, cogió su viejo cuchillo de caza y se corto el cuello, la sangre salia a borbotones y no sabia que hacer, así que huy, no podía ver como mi amado moría por mi, por eso he poseído a otro cura para que escribiese esta carta y te la manden a tu entierro y la lean en voz alta, se que iras a tu entierro esperando verme allí, pero no puedo hacerlo, no puedo perdonarme que hayas muerto por mi, no te merezco y por eso me esconderé de la humanidad, no quiero hacer daño a nadie, quiero que recuerdes que te quiero y que si me encuentras aceptare tu compañía, pero yo no iré a buscarte ya que no te merezco.
Mientras paseaba por el bosque me acorde de el, mi amor, mi querido Albert siempre en su chalet de las afueras, tanto pensar en el me hizo querer verle, hace tanto que no le veía ¿Habría cambiado algo? ¿Habría rehecho su vida? Me picaba la curiosidad. Pensé en el chalet en cada uno de sus detalles y de repente aparecí allí en mitad del salón y le vi, estaba contemplando las brasas de la chimenea, me quede observándole durante un rato, quería tocarle, abrazarle, besarle, sentir sus cálidas manos sobre mi piel, sus besos sobre mi cuello su caricias sobre mi cuerpo y sentirle dentro de mi. Tanta nostalgia me hizo acariciarle su hermosa cabellera dorada, pego un bote en el momento que mi mano espectral le rozo, miro a los lados asustado y con dos lagrimas recorriéndole las mejillas.
-¿Amélie? ¿eres tu?
Se acordaba de mi, me llene de felicidad y exclame "Soy yo", el pego otro bote.
- Te he echado tanto de menos, no puedo soportar vivir sin ti- echo a llorar- Quiero irme contigo.
Le miren aterrorizada, la simple idea de que el perdiese todo lo que le quedaba por delante por mi, me horrorizaba "Albert debes rehacer tu vida y acordarte de que te quiero, siempre te he querido y siempre te querré, ahora debo volver al bosque para no influir en tu vida".
-¡NO! ¡Si tu te vas, yo también me iré! ¡Quiero estar contigo! ¡Ya nada tiene sentido para mi!- chillo mientras corría a su habitación cual niño enfurruñado.
Paso algo que yo no esperaba, cogió su viejo cuchillo de caza y se corto el cuello, la sangre salia a borbotones y no sabia que hacer, así que huy, no podía ver como mi amado moría por mi, por eso he poseído a otro cura para que escribiese esta carta y te la manden a tu entierro y la lean en voz alta, se que iras a tu entierro esperando verme allí, pero no puedo hacerlo, no puedo perdonarme que hayas muerto por mi, no te merezco y por eso me esconderé de la humanidad, no quiero hacer daño a nadie, quiero que recuerdes que te quiero y que si me encuentras aceptare tu compañía, pero yo no iré a buscarte ya que no te merezco.
Firmado.
Madame Mourchois