26 de marzo de 2018

Bajo un paraguas.



Subí las escaleras esperando encontrarle, al principio no estaba allí.
Le llamé un par de veces y apareció con la cola levantada queriendo cariño, le di un poco de comida que había llevado y me senté en el banco. Subió de un salto al banco y mientras le acariciaba se subió a mis piernas. Cuando tuvo suficiente cariño se tumbó para descansar cómodamente.
Mientras estaba tumbado empezó a llover, saqué un paraguas, del susto bajó al suelo. Al ver que era inofensivo volvió a acurrucarse en su sitio.
Y allí nos quedamos disfrutando del calor del uno del otro mientras escuchábamos la lluvia contra mi paraguas y la veíamos caer contra el suelo, de vez en cuando miraba su pequeña nariz anaranjada y su pelaje atigrado y notaba como todo problema se iba con la lluvia. Nos quedamos los dos quietos esperando que amainase o que alguno de los dos se tuviese que marchar.